Dirección o ducción es el proceso dinámico de
actuación de una persona (dirigente) sobre otra u otras (dirigidos o grupo
humano) con objeto de guiar su comportamiento hacia una meta u objetivo
determinados, a través de su prioridad de decisión que le confiere su posición
de poder.
Cuatro son los elementos
constitutivos de toda dirección o ducción que comprende dicha definición, a
saber:
Proceso dinámico de actuación
Proceso dinámico de actuación
Objetivo
Prioridad
de decisión
Posición
de poder
Proceso
dinámico de actuación
Dirigir supone siempre un
proceso de influencia miento por parte
del dirigente sobre los dirigidos que, generalmente, constituyen un grupo. Así,
Bass ha definido la dirección de la forma siguiente:
“Cuando un objetivo de un
miembro, A, es el cambiar a otro miembro, B, o cuando el cambio de comportamiento
de B, beneficiará, A o reforzará el comportamiento de A, el esfuerzo de A para
conseguir el objetivo, es dirección”.
Con esta definición se ve
claramente que la nota característica de la dirección es la dinamicidad del
proceso de actuación o influencia miento. Dirección se concibe
como una interacción entre A y B,
entre dirigente y dirigidos, más que un simple acto de A, ya que si A consigue o no su objetivo, implica y depende de la
actividad o inactividad por parte de la
B. La toma de conciencia de que dirigir
es un proceso dinámico de actuación y una interacción de entre dos o
más personas, más que un simple acto unipersonal del dirigente, es
sumamente importante y nos sirve para explicar y comprender de una serie de
situaciones y problemas con que se encuentran a diario los directivos.
Dirigir es actuar para hacer actuar: es
provocar una acción. Esta actuación del dirigente es más que “iniciar
actividad” (Hartley) u “originar acción” (Whitehead), ya que la actuación o
desarrollo de iniciativa del dirigente ha de provocar acción en los dirigidos
encaminada hacia el objetivo perseguido.
Objetivo
El objetivo es uno de los elementos constitutivos de la dirección más
característicos y más importantes. “No existe dirección, si no hay un objetivo
al cual dirigir”, ha afirmado acertadamente Hartley y Hartley (101).
Los objetivos pueden
ser de muy distinta índole: materiales o
ideales, realistas u utópicos, nobles o reprochables, etc. Como elemento
constitutivo de la dirección, lo que importa es la existencia de un objetivo
hacia el cual el dirigente tiene que guiar el comportamiento del grupo, y no la
clase o el valor del objetivo en sí.
Esta abstracción es necesaria para comprender la naturaleza de la
dirección.
También es irrelevante quien
los fija y cómo se fijan. Los objetivos pueden ser dictados “desde arriba”,
fijados por el propio jefe con o sin la participación del grupo o de los decididos por el grupo. La
forma de fijación de los objetivos depende del estilo de dirección.
Prioridad
de decisión
Otro de los elementos
constitutivos de la dirección es la prioridad de decisión de dirigente.
Esta puede ser amplia e
incluir la fijación de objetivos, tareas, atribuciones y normas de actuación de
los dirigidos, restringida. En el caso de que los objetivos a alcanzar sean
dictados desde arriba o decididos por el grupo, su prioridad de decisión queda
reducida al proceso de actuación e influenciamiento y a la determinación de las
acciones necesarias para conducir el grupo al objetivo dado, o simplemente al
control al grupo para que no se desvíe del camino trazado de antemano.
Esta prioridad de decisión
del jefe, consustancial a la dirección, implica para los dirigidos una
limitación de su libertad de acción.
El grado de prioridad de decisión y, como corolario, de
reducción de esta libertad de acción de los dirigidos, depende, de
nuevo, del estilo de dirección y constituye uno de los problemas
centrales y más arduos de resolver en la dirección, tanto desde el punto de
vista de su definición teórica como de su ejercicio práctico por todo jefe.
Poder
La prioridad de decisión
implica una posición de poder.
El poder es, pues, otro de los elementos constitutivos de
toda la dirección. Según Max Weber:
“poder significa toda la
probabilidad de imponer la propia voluntad
dentro de una relación social, incluso contra la resistencia e
independiente de la base en que esa probabilidad se apoya”.
Por lo tanto, dirigente ha
de estar facultado para ejercer dicha prioridad de decisión para actuar sobre
sus dirigidos, para indicarles la forma de conducta que conduzca a los
objetivos perseguidos o simplemente para que puedan emprender las
necesarias acciones correctivas en el caso de que se produzcan desviaciones
del camino señalado previamente.
La naturaleza del poder y su forma de ejercerlo dependen, de nuevo,
del estilo de dirección y es otro de sus problemas centrales y de los puntos de
discordia.
Clases
de dirección
Dirección formal o jefatura.
Dirección informal o liderazgo
Dirección informal o liderazgo
El liderato o liderazgo
representa, según Young, un dominio fundado en una personalidad poderosa, en la
aceptación del líder por parte del grupo, en su capacidad de crear entusiasmo y convencimiento o en su
superioridad para dominar un situación dada. El liderazgo es, por definición, de
naturaleza informal y, por tanto, queda restringido a un tiempo o lugar determinados. El líder surge espontáneamente del grupo y con la aprobación
del grupo, porque sabe interpretar y defender mejor que cualquier otro miembro
del grupo las necesidades de éste.
Los cargos directivos en las
empresas y en la mayor parte de las organizaciones corresponden a este concepto
de dirección formal o jefatura, ya que el jefe no surge espontáneamente del
grupo ni actúa con la aceptación del mismo, sino que es nombrado desde arriba.
Se le obedece por la posición que ocupa. Sin embargo en la práctica, la
eficiencia de un jefe formal tendrá a aumentar
en la medida en que se convierta, además, en líder de su grupo; líder en
el sentido antes descrito de que sea aceptado por el mismo.
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